La palabra “runa” pertenece a un grupo de lenguas indígenas germánicas que significa “murmullo” o “misterio”, para los eruditos eran símbolos antiguos utilizados para la escritura sobre piedra y metal que tenían un posible significado religioso/ mágico.

Los chamanes entendían que las runas eran una revelación divina, otorgadas con amor y con la intención de que aportaran beneficios a la humanidad, a través de la comprensión de cómo funcionaba la naturaleza y cómo las pautas que están en ésta residen también dentro de cada ser humano, por eso las transmitían celosa y únicamente a otros chamanes.

En conclusión, las runas son símbolos divinos que nos ponen en contacto a través de Odín, con nuestra intuición, con nuestro ser interno y nos ayudan a desarrollar la telepatía y otros dones psíquicos que ya poseemos. Si las usamos en forma permanente y nos conectamos con sus energías, estaremos en constante auto-transformación de nuestra conciencia.

Dicho lo anterior, tenemos que recordar que siendo las runas un oráculo divino, no debemos usarlas para satisfacer curiosidades banales o mórbidas, el sacrificio de Odín fue para que todos tuviéramos la sabiduría para resolver los desafíos que se nos presentan en el entorno para vivir en paz y armonía.